LAS HISTORIAS DE MELISSA. UNA COMEDIA EN CLAVE DE CLOWN
La obra de Roberto Linares es divertida, amena y también compleja, pues utiliza la comedia como género teatral para exponer nuestra realidad cotidiana de manera cuidadosa. Él utiliza este género en una estructura dramática impecable desde la imagen inicial hasta el cierre. El argumento de Melissa devela nuestras carencias y vicios como transeúntes de este siglo XXI; sin embargo, esta realidad la disimula con hilarantes acciones dramáticas y satiriza nuestras formas de vida. Con ello, lleva al público a tal éxtasis y complicidad con su intención dramática, haciéndonos comprender las falencias como seres humanos sin que nos duela la verdad.
En relación a su estilo dramatúrgico, se puede destacar su apego al realismo crítico, enmascarado de una historia descabellada, él la llama Antiteatro, sólo hasta los últimos 5 minutos donde el crudo desenlace, aclara y justifica una trama sencilla y a la vez enrevesada.
En cuanto a la ya mencionada complejidad dramatúrgica, radica en la adición de elementos sencillos, al ser conjugados con otros pocos explorados en el teatro, potencia una riqueza estética. En este sentido, lo grotesco como categoría se lee o percibe cunado el dramaturgo incluye personajes de clásicos de la literatura europea, como Caperucita Roja, El Conde de Montecristo, Romeo y Julieta y Sueño de Una noche de Verano, luego los pasa por el tamiz de la sociedad venezolana y latinoamericana para convertirlos en personajes extravagantes. Esta mezcla llena de nuestra identidad va de la mano de una puesta en escena, donde el dramaturgo es el director y éste es el narrador diegético, conduciendo la historia a través de actores/clown quienes en su convicción de roles representados, crean una atmósfera llena de hilaridad, invitando al lector/ espectador a la reflexión de nuestro convulso 2022.
Esta propuesta escénica presente en Melissa, refleja la complejidad de nuestros pensamientos, acciones y desempeños de roles como entes de una nación que se enfrenta a grandes desafíos en todos los sentidos, especialmente en la familia como núcleo social.
El problema en el que Linares se enfoca y nos sumerge, es para denunciar o hacer visible las carencias afectivas en los seres más vulnerables, los niños de nuestra época, representada por Melissa quien en su soledad crea un Metaverso, no lleno de avatares, sino colmados de amigos imaginarios, que a su vez es un reflejo de ella misma, brindándose compañía y sobre todo amor del que ha sido privada.
Para finalizar, los invito a colocarnos una nariz coloreada de fantasía para sumergirnos en el mundo de Melissa, para así disfrutar de una mejor manera este siglo convulso que no nos permite ver nuestro niño interior. Entonces, sólo así podemos hacer lo que la obra nos invita a hacer: “Volvamos a empezar”
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