Don
Anselmo y el Caporal
En el pueblo se corría la noticia de una
revuelta de negros, indios y peones... Don Anselmo temía que los suyos se le
alzaran y lo despojaran de sus riquezas, entonces preparó dos tinajas llenas morocotas
y le pidió al caporal que preparara la carreta con la millonaria carga. Ambos
se marcharon de la Casa Grande vía “Los Samanes” con la excusa de hacer un rancho en
esos predios para el descanso de los animales que llevarían a Valencia. Como el
caporal gozaba de muchos beneficios de su patrón, no dudó en hacer el trabajo.
Apenas llegaron al lugar, Don Anselmo
ordena a su caporal abrir un hoyo, con la intención de hacer un aljibe.
-Después
de esto, negro, te voy a dar una morocota, tú eres el único que trabaja sin
quejarse y no andas con ideas de revueltas en la cabeza, dijo el patrón con tono adulante. El caporal trabajó con más
entusiasmo y en un día realizó un hueco de considerable profundidad. Al anochecer,
después de comer, Don Anselmo le dijo:
-
Negro, dejaste la chícora en el hueco, anda a sacarla. La duda abrumó al caporal, pero
estaba seguro que el patrón estaba equivocado, para no contradecirlo, se acercó con
una lámpara al foso, alumbró dentro y al
asegurarse que el instrumento no estaban dentro se volteó muy
seguro de sí con una sonrisa de satisfacción… un disparo perforó el pecho del
caporal, cayendo sin vida al suelo.
Don Anselmo sin inmutarse, empujó el cadáver
al hoyo, lo cubrió de tierra y sobre él depositó las tinajas, las cubrió con tablas, piedras y por último tierra.
Al
amanecer, Don Anselmo volvió en su carreta a la Casa Grande y al llegar
nombró a otro de sus peones caporal, pues les dijo a todos, que el negro
se alzó en el camino y se fue con
los insurgentes, por eso no pudo hacer la faena que se propuso.
Los viajeros que pasan en las noches por “Los
Samanes” ven a un hombre negro alumbrando el pié de un samán en medio de la sabana, pidiendo que lo saquen de pena.
Wao!!! ... Sin palabras!!! ... Demasiado bueno!!!
ResponderEliminar