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Mi Alma Pueblerina








MI ALMA PUEBLERINA


Vicente Pereda Flores



En un barrancón de sabana los capuchinos instalaron la misión de arriba de Nuestra Señora de los ángeles, porque abriendo pica por medio de esos bruscales se viajaba hacia el centro y un poco más al sur fundaron la misión de debajo de la Santísima Trinidad. Entre las dos misiones armaron un tinglado donde encerraban a los indios cimarrones que intentaban fugarse. Las casas se fueron alargando entorno a ese lugar hasta que lo nombraron Calabozo. En los cruces la gente empezó a hablar del punto próspero de la pesa de ganado que allí se realizaba, que era como decir que la primera cárcel había aumentado el número de celdas.”
Efraín Hurtado. Calabozo. 1972





INDICE




Poemas
p.p.
Las Tardes de mi Pueblo…………………………………………………
5
Ella Pensándolo Desde su Corazón…………………………………….
7
Ya no Cantan los Azulejos……………………………………………….
9
Que no se Vaya el Invierno………………………………………………
11
Desde las Barrancas de la Represa…………………………………….
13
Te Fuiste a Pesar de mis Ruegos……………………………………….
15
Tonada pal´ Pueblo de uno………………………………………………
17
Amor Campesino………………………………………………………….
19
Tiempla sol…………………………………………………………………
21
Llanera……………………………………………………………………...
24
Llanero……………………………………………………………………...
26
Tendido en el Patio………………………………………………………..
28
Lo Dejó Todo………………………………………………………………
30
Te Fuiste en Silencio y de Madrugada………………………………….
32
El Tranquero del Pueblo………………………………………………….
34
El Hijo de la Lluvia…………………………………………………………
37
La Noche Quería Acostarse……………………………………………...
39
Casa Vieja………………………………………………………………….
41
Semana Santa……………………………………………………………..
43
La Plaza del Barrio Abajo………………………………………………...
45
La Laguna………………………………………………………………….
47
Consejos de mi Abuelo…………………………………………………...
49
Viene el Verano……………………………………………………………
51
Mi Alma Pueblerina………………………………………………………
53
                                                                

Las Tardes de mi Pueblo

Las tardes de mi pueblo son suaves
Como el vuelo de las garzas
Que cruzan el cielo en invierno.

El sol se acuesta tranquilo
Y el río lo arrulla hasta el amanecer.

Las tardes de mi pueblo se bañan
De magia, cuando la luna creciente
Teje un chinchorro para que duerma,
Y a su lado cuelga dos luceros de sonajero,
Para que sueñe con arrozales tiernos,
Esos que danzan en la sabana
Con melodías de lluvia fresca.

Las tardes de mi pueblo vibran en mi sangre
Como las campanas de la iglesia,
Como las flores de su plaza
Y como el canto del arrendajo.

Las tardes de mi pueblo son felices,
Porque juega con la risa de los pájaros
Y el vuelo de las mariposas.

Las tardes de mi pueblo acarician mi piel
Con el recuerdo sereno  de mi niñez...
Las tardes de mi pueblo son tan puras,
Como los besos de un amor infinito…

Ella Pensándolo Desde su Corazón

Sé que me esperas bañado de luz de luna,
Arrellanado en tus deseos enhiestos para
Retozar en el cálido manantial de mi piel,
De perderte y encontrarte eternamente
En los enardecidos recovecos de mi alma. 

Sé que me esperas tranquilo e insomne
En la cómplice madrugada sabanera,
Para cumplir las juradas promesas
De este secreto que compartimos
En el éxtasis de nuestras sigilosas caricias.

Sé que me esperas paciente y me incitas a
Correr y a buscarte al filo de la noche,
Mientras duermen los esteros…
Y me dejo arrastrar por la serena brisa
Para luego reposar en tus brazos de canela.

Ya no Cantan los Azulejos
           
Ya no cantan los azulejos
En los labios de la mañana,
Ni el agua del aljibe
Refresca los días de sol.

La aurora despierta silente
Y sabe que tus huellas
No las encontrarás en mi pecho,
Porque te has perdido
Buscando tu paz en los palmares.
Ya no cantan los azulejos
En mi ventana al amanecer
Y esta triste llovizna despierta
Recordando tu estela
Que se pierde en los medanales del río…

Que no se Vaya el Invierno
A ritmo de periquera
Que no se vaya el invierno de las lagunas,
Para que sigan danzando las garzas y los gallitos.

Que se quede su olor a mastranto
En las riveras y en los caminos,
Que se inunden los esteros
Y vuelen libre los turpiales.

Que no se vaya el invierno,
Para que el río se bañe con flor de bora,
Y nubarrones de aguaceros, mientras
Las canoas lo acarician
Con el celaje de sus remos.

Que no se vaya el invierno
Y que los pescadores con sus
Atarrayas pintadas de atardecer,
Sueñen con los suspiros de las sirenas,
Cobijados con rocíos de estrellas.

Que no se vaya el invierno,
Déjenlo con sus truenos,  relámpagos y ventarrones,
Que anegue las vegas y los morichales,
Que humedezca a la llanura,
Quien lo esperaba ansiosa, 
Como yo ahora te espero
En las escalinatas del embarcadero.

Desde las Barrancas de la Represa

Se me pierde la mirada
Desde estos barrancos soleados,
Dócil rea de dulce savia,
Seduces cándidamente mis pasos
A tus profundos limos,
Como los besos que despunta
El sol al despertar los cristofués.


Aguardas resignada en tus olas trigueñas
A los inviernos que te harán libre y
Acaricias los muros celadores, cala sabanera,
Como las tonadas a los corrales.

Deseas nadar, desbordarte, salpicar  
Y lamer el abdomen desnudo del sediento lecho
Quien te espera apacible y
Tendido entre cimarrones pajonales.



Te Fuiste a Pesar de mis Ruegos

Te fuiste a pesar de mis ruegos,
Flor de capacho, abriste tus alas de mariposas,
Ahora recorres la brecha de los tucusitos.

El sol te sigue  a saltos hasta el jagüey
Dejando tu aroma en mis mejillas,
Libando la quietud de los atardeceres.

Te fuiste a pesar de mis ruegos,
Con tus ojos claros de alegría,
Remontando  hasta las entrañas del Arauca,
Jurando volver con los chubascos de mayo.

Te fuiste a pesar de mis ruegos,
Flor sabanera, con el trino de los arroceros.

Despechado quedó el campo
Cuando embarcaste en el bongo peregrino,
Perdiéndote en la infinidad de los juncales.

Tonada pal´ Pueblo de uno
A ritmo de tonada
Mi pueblo con el sol se duerme
Y el vuelo del alcaraván
Lo ayuda a hacer su nido
Por los laos* del cardonal.

La tarde arrea a los tordos
Para que velen su soñar,
Y la capilla lo mima
Tañendo suaves tonás**.

Lechuzas trasnochadoras
Hasta el alba lo vigilan
Y los luceros lo alumbran
Mientras mi pueblo dormita.

En mi pueblito llanero
Cuando en la tarde se acuesta
Lo arrullan los luceritos,
Lo acuna la luna llena.

Mi pueblito campesino
Sueña con la represa,
Le declara su querer
Y en los palmares se besan.

Laos*: Lados
Tonás**: Tonadas

Amor Campesino

Ayer dejaste partir
Al arriero de tus días,
Con la brisa clara del verano,
Como el agua del manantial
Que gime entre las gravas del caño.

Lo dejaste galopar solitario
Por los bancos de arena,
Con el retumbar de los cascos
De la libertad que no quería.
Se convirtieron en lamentos
Las grietas de las lagunas
Y viste desde la orilla
Como se perdía su silueta
En la serranía de tus pesares.

Te escondiste en el rocío
De los chaparrales,
No atizaste más los abrazos
Ni los besos que alumbraron
Los cocuyos en las noches sin luna.

Hoy añoras a tu amor campesino
Y esperas su regreso
En el  tranquero perdido.

Tiempla sol *
Seis por derecho
Ahí viene sol, como jinete...
Naciendo lento por los solares del pueblo,
Colándose por el lodazal, por las minas de arcillas,
Viene rodando, sigiloso como culebra.

Serenatas de gallos lo reciben en los corrales
Y la misma casa vieja
Lo perfuma con café tostado.

Ahí viene, como tizón encendido,
Retoñando como paja fresca rociada.

Viene orejano, iluminando el cielo
Como cirio de la catedral.

Ahí viene, yesca eterna,
Estrella de otras estrellas,
Cocuy gigante coronado
Con vuelos de maraqueras.

Ahí viene,
Inundándolo todo como el invierno,
Saltando como jaguar 
Sobre el cañizo azul y rugiendo
Sobre las tejas, los caminos
Y los barrancos  de arenas.

Ahí viene, dando zarpazos
En las tapias y alambrados.

Cabalgando calle abajo,
Raudo, feroz en su andar,
Para teñirse de corocoras
Por allá, por los canales,
Y hundirse entre los samanes
Y matorrales de la sabana profunda...

* Se dice que es el canto de las aves tórtolas o chocolatera


Llanera
A ritmo de joropo

Morena de piel tostada
Y de mirada profunda,
Ojo de agua en la sabana
Que a mi corazón inunda,
Me enamoraste el alma
Bajo destellos de luna,
Con sonrisa de chipola
Y con caricias de lluvia.
Quiero perderme en tu aroma
Y en tus brazos de alelí
Renacer de nuevo en ti
Llanera de mis ensueños
Yo deseo ser tu dueño
Como el rocío en la mañana
Y vivir siempre feliz
Cuando al fín te tenga aquí.

Llanera de piel morena
Con sonrisa de agua clara,
Mi cara está iluminada
Como centella en palmera,
Si quieres que no te quiera
Yo me marcho con la aurora
Recordándola, señora,
Por estas sendas cerreras.


Llanero
A mi abuelo Sulpicio.
Se oye una Quirpa*.
Tabaco en rama en su bolsillo,
Un trago e' café cerrero,
Una soga y una navaja
De capar cachilapos.

   - Me voy, dijo.

Sombrero e moriche,
Alpargatas que conocen
Los caminos e´ ripio de Guadarrama,
Él, solo volvería con los recuerdos.

A caballo cruzó el Portuguesa*,
Puro llano y esteros…
Se apeó en el horizonte.

Cuatro horcones en la tierra,
Palma y bahareque lo hicieron dueño.

Ahora amansa la sabana
Como quien hierra becerros.

Quirpa: Ritmo musical del llano venezolano
Portuguesa: Río de Venezuela



Tendido en el Patio
Solo Maracas
Fue una vez, cuando el agua
Del aljibe me bañó…
Me tendí desnudo en el patio
Y miré en el cielo las gruesas nubes
Que viajaban con los zamuros.

La acacia lo perfumó todo
Con sus flores amarillas como abejas
Y su amarga sabia;
Entonces,
Me cubrí entre sus ramas cortadas
Bajo el invierno de mayo.

Llegó la música de las fiestas,
El zapateo se oía como cascos de venados
Corriendo desbocados por el pito del gavilán.

Viajaban las nubes con el calor,
El patio suspiraba el aliento de la savia
Y las  flores color de abejas.

Cuando miré tendido y desnudo
Al niño que fui, ya no estaba la acacia,
Pero las nubes siguieron volando
Con el sol de los venados
Y los zapateos de sus cascos
Se sembraron en mi recuerdo,
Como las flores, las nubes y la acacia.



Lo Dejó Todo
Al recuerdo de mi abuela.
Ritmo de Vals en cuatro.
Ella dejó su casa.
En el baúl guardó
La piedra de moler y la de amolar,
Guardó el nombre del pueblo donde
Dejó las madrugadas con los pilones,
El canto del gallo, el fogón callado,
La tinaja de agua y la sed saciada.

Dejó el caño y las corocoras,
La tierra que aró... todo lo dejó.

Se vino al pueblo enamorada,
Con la luz en sus brazos y en sus manos.

Se sembró en esta orilla,
Y cuando nacen las estrellas
Ella duerme para evocar lo que fue.



Te Fuiste en Silencio y de Madrugada
A mamá
Te fuiste en silencio y de madrugada,
Sin  dolores ni llantos, partiste
Sin maletas ni pasaporte al
Lucero mañanero que llenaste de oraciones,
Ése, el que acompañó tus desvelos.

Te fuiste sin permiso y con calma,
Con el rocío de mis ojos aferrados a los tuyos,
Y con los abrazos que nos dimos en los días de mayo.

Te fuiste  tan suave y serena,
Como las caricias de tus manos,
Tan tierna como tus suspiros tranquilos,
Tan sutil como la noche llanera
 Que duerme sobre las ondas del río.

Te fuiste callada, siguiendo el sendero
De los ángeles que jugaban en tus sueños,
Te fuiste acompañada de estrellas y de luna llena,
Zarpando a ese azul infinito sin velas ni remos,
Donde brilla tu alma al compás de la aurora.

El Tranquero del Pueblo

Ahí está el camino, tendido
Como zaguán de sus viejas casas,
Y amparado de lado y lado
Entre el llano y la represa.

Allá, a lo lejos,
Entre ramas y espinales
Se yerguen sus campanarios
Casados con el recodo.

Allá está, floreciendo en la lejanía
Como arpegios de lirios.

Emerges coronado de tejas,
Esas, cargadas de pesadas despedidas.

Te desparramas como la llovizna
A lo largo del terraplén,
Acariciando y suspirando
La  orilla del cauce que me lleva a ti.

Brotas a lo lejos, tenue, sutil,
Imponente como el corazón
De los capachos en la noche,
Al compás de mi amor por ti.

Rompes el silencio con el canto
De las paraulatas, esperándome
Como siempre y como nunca.

Te yergues como una espiga
Persiguiendo al brioso sol.

Abres tus tranqueros
Para dejarme entrar
Con el aroma de los palmares,
Como la esencia de la noche
Enamorada de una serenata de estrellas.

El Hijo de la Lluvia

Corrió calle abajo con el aguacero,
Jugando a ser el hijo de la lluvia,
Corrió confundido con el relámpago y la brisa,
Buscaba el arcoíris en el regazo del río,
Comulgando con su corriente
Perfumada de moriche.
Se convirtió en encanto de sus olas
Y susurros del monte.

El invierno se quedó en sus ojos,
Ya su piel añora los chubascos,
El hijo de la lluvia se fue con los veranos,
Ahora los pájaros lo llaman
Desde la plaza de la nostalgia.

La Noche Quería Acostarse

La noche quería acostarse,
Brisa fría bostezaba
En las ramas de los mangos,
Ella se despedía, reflejando
En las lágrimas del manantial,
A los ordeñadores luceros.

El aguaitacamino*
Acompaña su andar
Hacia el oscuro monte,
Ella desea abrazar al sol,
Besarlo sobre las nubes,
En la aguada
O junto al puente de lata
Del riachuelo,
Desea, en su corazón de perla,
Que se deje encantar
Por las lamparitas encendidas
Que atiza cuando él no está,
Iluminándole la senda
Que lo devuelve a ella,
Para fundirse en el aliento
De los pastizales.

Aguaitacamino: Ave que habita en las llanuras anegadizas.


Casa Vieja

Cómo sombras recostadas de los botalones,
Acaricias las huellas de ventanales lejanos.

La soledad colgó en tus horcones,
Enredándose en los caballetes y
Resecando tu corazón de terrones
Como el verano a los barrancos.

El olvido ahoga a las tejas
Dejando en tu techo zanjones
Como claros de  sabanas…
Como espejismo te diluyes en la calle del olvido:
¿Quién oye tus cuentos de espadas y revueltas?
¿De la novia del viejo campanario y la carreta?
¿De los encantos y aparecidos en el Tacle*?
¿Estás condenada por pecados ajenos?...
Deja que las plumas de los pájaros
Aniden en tus pilares para que vueles,
Como el agua a compuertas abiertas,
Hasta el remanso del amparo
Y brilles, otra vez, como las cabrillas del cielo.

Tacle: llamado así por los lugareños a una parte del río Guárico que bordea la ciudad de Calabozo.

Semana Santa

Cuando la Semana Santa
Se reclina en las capillas,
El sol chamusca los alambrados,
Los potreros y los solares,
El verano es caporal sabanero y va
Arriando las tolvaneras por trillos y picas.

La Semana Santa desgrana oraciones
Entre el vaho de inciensos y velas;  
Camina vestida de malva
En las calles de la esperanza.
La Semana Santa visita a Santo Rostro*,
En secreto, le susurra las plegarias
Encomendadas al pié del altar.

En las tardes, se sienta bajo el frescor
De las palmas, a comer dulce de ciruela,
Rogando, en sus letanías, la entrada del invierno.

Santo Rostro: Reliquia religiosa en piedra, la cual se encuentra en la ciudad de Calabozo.


La Plaza del Barrio Abajo
Joropo recio
La plaza del barrio abajo, añora
El baile de los trompos y las zarandas
Al compás del canto de los copleros,
Quiere sentir bajo las sombras
De su viejo tamarindo,
Los juegos de metras y cantos de gurrufíos.

Desea, en su ánima de cayenas,
Sonreír un cielo de papagayos,
Lanzarlo al viento como
Versos de periquera
En las fiesta de todos los Santos.

La plaza del barrio abajo,
Desea, desde las ramas del samán,
Hacer carreras de sacos con
Los nidos del arrendajo y celebrar
Con besos de amantes apasionados,
Las entradas de aguas
En los cajones de los ríos.

La Laguna
A ritmo de  pasaje
La laguna siempre estuvo ahí,
Rodeada de indio esnú * y chaparros.
Vigilada por lo alto del barranco,
Y más allá,
Por la capilla de la Misión de Arriba.

Una canoa surcaba su vientre
De orilla a orilla,
Porque en su corazón de agua
Palpitaban cuerdas de joropo.

Como cotúas, el pueblo se zambullía
Desde el retoño del sol hasta el sereno.

La restinga era como un espejo,
Donde se miraban las nubes,
Y relucía la sonrisa de la mañana…

Pero el “respetable consejo”
Con su agorero canto de pavita,
Vuelo de langostas y
Gritos de progreso, plagaron la orilla,  
Que ni el ruego de las piscuas
Los pudo detener.

Indio Esnú: Bursera simaruba. Árbol llamado Indio Desnudo



Consejos de mi Abuelo
En la noche, solo la brisa
Si te pierdes en el monte de noche,
Sigue aquella estrella, la más grande,
Te traerá pal pueblo.

Aquellas dos pegaítas*, son
Los ojos de santa Lucía,
Lo cuidan a uno en las noches.

Esas tres de ahí, son los Reyes Magos…
Aquel es el lucero mañanero.
Cuando la luna tiene ese redondel,
Como un anillo de nubes,
Quiere decir que va a llover
Y si el cielo está clarito en la noche,
Viene mucho verano.

Si las nubes vienen de Apure
Cae un Palo de agua…
A veces cundo uno atravesaba
Esos montarascales, encontraba
Piedras de rayo.

No vaya a pescar en los meses
Que no tienen “ere”:
(Mayo, junio, julio y agosto)
El pescao* tiene gusanos.

No pique el nailon con los dientes,
Si es así, córtelo con un cuchillo
Cuatro deos* más arriba.

Esas eran las lecciones
Que me enseñó el abuelo
En la casa de mis recuerdos.

Pegaítas: Pegaditas
Pscao: Pescado
Deos: Dedos



Viene el Verano
Punteo de cuatro
Viene el verano remando lento,
Llega a la orilla pedregosa
De las compuertas…
Se apea y
Amarra la canoa
En el samán rivereño.

El verano entra como jierro* ardiendo,
Marcando las calles
Con el vapor de fogones.
Reposa en la redoma
 Entre viejas sonrisas
Y mascadas tabaco,
Para después derretirse con el
Vaho de la tarde,
Escurriéndose entre
Las grietas sedientas
De la sabana reseca…

Jierro: Hierro


Mi Alma Pueblerina
Arpa sola
Esa mañana partí sin despedidas
Desde el viejo embarcadero,
En mi piel ardían las mañanas
Y yo amaba tu miraba de fuego.

Dejé  tus cálidos abrazos,
En el barandal de la represa
Con el candor de tus besos
Y mi alma pueblerina.

Pensar en ti,
Es sentir tus amaneceres en mis ojos y
Recordar  la casa del poeta
Donde descubrí el secreto
De los caminos por surcar.

Pensar en ti,
Es revivir el siseo de los silos
Y el aliento del arroz tostado
Inundando el parque de mi niñez,
Ese, que aún vibra
En el fondo de mis nostalgias.

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