EL Abuelo y la Represa
Todas las noches el abuelo se embarcaba en
su canoa para pescar en la represa del pueblo. Le gustaba ver como la luna
inmensa se reflejaba en las ondas del agua y disfrutaba cómo los peces
brillaban mágicamente al llegar a sus manos. Una noche se quedó esperando a que
el sedal se estirara entre sus dedos, pero nada ocurrió, fue entonces cuando
conversó con la represa.
Ella le contó de su soledad y la tristeza del
encierro, él le habló de la melancolía, llorando hondamente su viudez. Ella le dijo
que no deseaba estar más tiempo sola y el viejo complacido quiso acompañar su
soledad. La luna llena los iluminó desde lo alto y los luceros se desprendían
del cielo como hojas secas. Luego, descalzo y sin anzuelos, el viejo y cansado
pescador se sumergió entre sus olas tranquilas, uniéndose para siempre aquellos
corazones solitarios.
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