Momentos de un Hombre Efímero
Vicente Pereda F.
Fundación Editorial el perro y la rana
Red Nacional de Escritores de Venezuela
Colección: Ernesto Luís Rodríguez (Poesía)
Momentos de un Hombre Efímero
Vicente Pereda F.
Colección: Ernesto Luis Rodríguez (Poesía)
Fundación Editorial el perro y la rana
Sistema Nacional de Imprentas
Plataforma del Libro y la Lectura
Red Nacional de Escritores de Venezuela
Depósito Legal: lf40220088001022
ISBN: 9789801406570
Consejo Editorial:
Salvador Lara
Tibisay Urbina
Jeroh Montilla
Juan Moreno
Corrección:
Freddy Bermúdez
Portada:
Vicente Pereda F.
Diseño y Diagramación:
Carlos Valero P.
Impresión:
Sistema Nacional de Imprentas
Imprenta de Guárico / Mirelba Bermúdez.
El Sistema Nacional de Imprentas es un Proyecto
impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a
través de la fundación editorial el perro y la rana, con el apoyo y
participación de la Red de Escritores de Venezuela. Tiene como
objetivo fundamental brindar herramienta esencial en la
construcción de las ideas: el libro. el sistema de imprentas funciona
en todo el país y cuenta con una tecnología de punta, cada módulo
está compuesto por una serie de equipos que facilitan la elaboración
rápida y eficaz de texto. Además, cuenta con un Consejo Editorial
conformado por un representante de la Red Nacional de Escritores
de Venezuela, Capítulo Estadal y el especialista del libro y la lectura.
PRÓLOGO
Debo confesarte Vicente –mi Amigo y Colega– que
me sorprendió cuando me hiciste la petición de hacerte estas
cortas líneas, puesto que ésta –La Poesía– es una faceta de tu
vida desconocida por muchos… sin embargo, no me causó
extrañeza, ya que los años que llevo conociéndote –desde 1997–
me han permitido reconocerte, respetarte y al mismo tiempo
admirarte como lo que eres “Un Artista Versátil”
Hemos vivido desde el IUDET –La Casa de Estudios
que nos permitió conocernos– experiencias realmente
significativas para nuestra formación como Artistas; las
oportunidades que hemos tenido de trabajar juntos en uno que
otro proyecto, quizás ha sido lo que nos ha permitido obtener
nuestro mayor aprendizaje: el respeto mutuo y el reconocer
nuestro propio espacio… Aprendizaje que hoy, siento más
palpante que años atrás, cuando nos hemos reencontrado en
tierras guariqueñas, siendo partícipes, tú como Activador y yo,
como Tutora de éste Proyecto, la Misión Cultura –tan
semejante a nuestras ideas “Anti–Elitescas” del quehacer
cultural–.
“Intensa como la luna, impetuosa como el mar, mansa
e indomable… de agudos ruegos” así percibo ésta –tu primera
y quizás única publicación–, sólo el tiempo y el transitar de tu
destino por la vida, nos dirá si después de ésta vendrán más –
pero te recuerdo que somos nosotros mismos quienes trazamos,
cual pincel sobre lienzo, nuestro propio destino–
Es por ello que espero que “Momentos de un Hombre
Efímero” sea tan sólo “cuestión de estilo” para titular el primer
poemario de tu autoría… y que momentos como estos vuelvan
a repetirse y dejen de ser “simplemente efímeros”, para que
vuelvas a reencontrarte con tu yo interior, y nos sigas brindando
lo que hoy, aquí nos presentas, ese sonido de “la Soledad” como
un grito desgarrador de “la conciencia, que directa o
indirectamente, te ha sido arrebatada por la multitud que te
ignora”
Gracias por permitirme ser partícipe de este nuevo logro.-
Tu siempre amiga y colega:
Liblelys Linares.
DEDICATORIA
Al Señor y Señora de mi destino.
Purgatorio
(...)
La vida:
Es el purgatorio donde
Todos los hombres y mujeres pasamos,
Y la muerte,
La gran mentira de la gloria eterna...
Madre
El dolor de tu parto,
Tu preocupación por mi llanto
Ahogado en eterno silencio,
Es el alma viviente.
Tus manos de seda
Tus ojos de ángel;
Bendita tres veces
Creadora de ilusiones.
Tus caricias que son mías,
El néctar de tus manos
La pasión de tus pasos en los míos,
Así, imborrable y siempre presente
En tu cuerpo y en mis hechos estás
Tú, mujer, responsable de mi locura,
Pupilo de tus sueños...
Por ti, autora de mis huesos.
Padre
En tus ojos miro el mar
Que una vez te vio crecer,
Hoy alejado de la costa incesante,
Muestras un desierto de interno océano
Y continúas con fuegos de cristales marinos:
Renuncias a la eternidad,
Te muestras guía perpetuo del ser.
Petición
¡Pido salir de mi opresión
Gran salvador de mi miseria!,
Te exijo entrar en ella
En medio de esas inalcanzables fugaces;
Nos encontramos con grandes barreras
E infinitas horas de recuerdos,
De diminutas plumas cegadas
Por ese horizonte rojizo
Que agoniza, que se ahoga
Dejando una esperanza extinta
Prendada de los sueños...
En un instante se aliarán
La lejanía y mis deseos imposibles,
Naciendo de la greda
El crepúsculo de una efímera liberación.
Mirada
Cae la implacable noche y
Te encierras como caracoles al viento.
Anhelante y deseoso, sueño
En convertirme en tu aire,
En la soledad que te acompaña
En el silencio de miradas
A horizontes agonizantes.
Yo, de rodillas,
Pido ser universo
Y recibir las caricias de tus ojos,
Por tu aliento
Estar callado, volverme
En las lenguas de las rocas
Que provocas con tus labios mudos
Para comprenderte.
Quiero curar las distancias
Quiero curar las distancias
Que lloran tus ojos,
Despojarte de los dolores
Que te inundan al decir adiós,
Acompañarte en las noches de ensueños,
Adornando tu cabeza con diminutas margaritas,
Para que cantes a mis oídos,
La melodía de aquel espejo transparente y penetrable,
Ese el que descansa a un lado del camino
Y disfruta de tus huellas,
A las que deseo pertenecer.
¡Ella es!
Ella es,
La de cabellos de ensueños,
La de mirada al norte,
La dueña del sur, que siendo libre soy su esclavo.
Entre el sol y la luna
No existen cometas
Que brinden un puerto
Al que no deseo.
¡Ella es!
La que no regresa
Con pasos de cristal transparente,
Cargada, llena de dolor de juventud extinta,
De flores de plaza en mayo;
Ella, la que no grita
Y mil peces nadan en mi sangre,
Al oír el susurro de sus olas, de su risa.
Ella es mi culpa, mi perdón y mi sepulcro
Convertida en tardes de raudal amarillo
En la inmensidad de la tierra cansada
Es...
Distancia y silencio,
Que giran al mismo ritmo y dirección,
Calor de inmortalizados cuerpos,
Gaviotas de su costa y aire de mi cielo
Emparentado por un eclipse:
Tu aliento con el mío;
Custodiado por un ángel carcelero
Que permite y revoca
Nuestra eterna fidelidad
Niña, mujer y dama
Gran salvador de mi miseria!,
Te exijo entrar en ella
En medio de esas inalcanzables fugaces;
Nos encontramos con grandes barreras
E infinitas horas de recuerdos,
De diminutas plumas cegadas
Por ese horizonte rojizo
Que agoniza, que se ahoga
Dejando una esperanza extinta
Prendada de los sueños...
En un instante se aliarán
La lejanía y mis deseos imposibles,
Naciendo de la greda
El crepúsculo de una efímera liberación.
Mirada
Cae la implacable noche y
Te encierras como caracoles al viento.
Anhelante y deseoso, sueño
En convertirme en tu aire,
En la soledad que te acompaña
En el silencio de miradas
A horizontes agonizantes.
Yo, de rodillas,
Pido ser universo
Y recibir las caricias de tus ojos,
Por tu aliento
Estar callado, volverme
En las lenguas de las rocas
Que provocas con tus labios mudos
Para comprenderte.
Quiero curar las distancias
Quiero curar las distancias
Que lloran tus ojos,
Despojarte de los dolores
Que te inundan al decir adiós,
Acompañarte en las noches de ensueños,
Adornando tu cabeza con diminutas margaritas,
Para que cantes a mis oídos,
La melodía de aquel espejo transparente y penetrable,
Ese el que descansa a un lado del camino
Y disfruta de tus huellas,
A las que deseo pertenecer.
¡Ella es!
Ella es,
La de cabellos de ensueños,
La de mirada al norte,
La dueña del sur, que siendo libre soy su esclavo.
Entre el sol y la luna
No existen cometas
Que brinden un puerto
Al que no deseo.
¡Ella es!
La que no regresa
Con pasos de cristal transparente,
Cargada, llena de dolor de juventud extinta,
De flores de plaza en mayo;
Ella, la que no grita
Y mil peces nadan en mi sangre,
Al oír el susurro de sus olas, de su risa.
Ella es mi culpa, mi perdón y mi sepulcro
Convertida en tardes de raudal amarillo
En la inmensidad de la tierra cansada
Es...
Distancia y silencio,
Que giran al mismo ritmo y dirección,
Calor de inmortalizados cuerpos,
Gaviotas de su costa y aire de mi cielo
Emparentado por un eclipse:
Tu aliento con el mío;
Custodiado por un ángel carcelero
Que permite y revoca
Nuestra eterna fidelidad
Niña, mujer y dama
Tus ojos de dulce miel,
De canela y de almendras tu piel,
Me regalan aves de vuelos mágicos,
En efímeros momentos de alegría
Que baten sus alas en mí:
Grande y delicado amor,
Te deseo las cosas que te recuerden mi ser
Y ese instante en el que gritaba callado
La incontenible locura de besarte.
Me embarco en ese ritual de sueños y primaveras,
(Que tendrás)
deseando ser quien reciba
Todas tus blancas flores
Que aún no poda el tiempo...
Deseo serlo
Mirar tu pecho desnuda al mío,
Tenerte en un abrazo
Me devuelven las ganas de vivir,
Oír las melodías de tus labios
Deseables y perfectos,
Convierten en todo y en nada
Mi vulgar presencia.
Niña, mujer y dama de mi loca tentación de soñarte,
De respirarte y llenar tu cuerpo de sutiles
Caricias de agua de rocío.
¿Cómo llamarte, robarte para mí
o cambiarme y ser tu todo?
Verte partir me mata mas que mirarte
En furtivos caminos
Volviéndome tu espalda.
Tómame con mi reprimida locura,
Arrástrame con tu dulzura cautiva,
Porque al compás de tu labios felices,
Eterna el alma que ya no es mía,
Que te pertenece.
Intensa
Intensa como la luna,
Impetuosa como el mar,
Mansa e indomable.
Cascada de tu vientre y ojos de dulcísimo brillo
Que me atrapan en el melodioso y tenue embeleso
Que das a mi piel,
Gota a gota,
Jurándome una pasiva lluvia de alas batidas
De ángeles desnudos
Que velan nuestras estrellas de encuentros,
De agudos ruegos,
De abrazos de amantes:
Sol detrás de la luna
En madrugadas furtivas.
Así, mujer, de avasallante
Y esquizofrénica perversión
Tus manos
Ven, une tus manos con las mías
Y caminemos al compás del tiempo.
Yo, quien renuncio al amor
Y desprecio las ilusiones
Esfumadas en el gris recuerdo,
Te permito convertirnos en la bella melodía,
Que vaga por los valles tristes del sur,
Y de manos sumergirnos
En la humedad de las rosas
Que a diario te entrego
En noches de claro cielo,
Que en ocasiones sientes en tus palmas
El vital sonido que haces retumbar en mi pecho,
Ya desnudo, claro, sincero,
Y así unidos, miraremos al mar
Que bañara de libertad infinita
Nuestros desnudos cuerpos.
Acompáñame
Acompáñame con tus besos en las noches de sol violeta,
Conquístame sin espadas y secuéstrame en las cavernas
Adornadas con tus senos con sabor a vino tinto
Y labios de miel.
Vigila el sentido de mis ojos transparentes
Y te darás cuenta que no parpadeo al verte,
Entonces sentirás que el barco en que zarpamos
En aquella noche de septiembre,
Sigue en alta mar hacia el horizonte que prometemos;
Sabrás los secretos de mi destino en cada uno
De los apasionados asaltos clandestinos en luna llena,
Colmados de nuestra esencia,
Convirtiéndola en amuleto embebido por tu piel.
Acompáñame con tu aliento, que no tengo,
Porque tú me lo has quitado en la intensidad del tiempo,
Embriágame con tu alma, la que me mantiene vivo,
Lléname plenamente porque me descubrí en un puerto
Desnudo y sombrío...
Acompáñame...
Vencido
Me declaro vencido,
Derrotado, desganado... Rendido.
Esta guerra que te he declarado
Me la has arrebatado
Con bombardeos de miradas,
Allanamientos de caricias
Y estrategias de furtivos besos.
Dulces enemigos.
Rehén de tu presencia,
Empedrado por tu orden directa;
Soy un bagazo de esta afrenta,
Prisionero de guerra;
Tú, victoriosa,
Invades, conquistas, saqueas
Y te adueñas de mis pocas propiedades:
Mi vida, mis tardes de asecho
Y los millones de suspiros
Que me arrancaste.
¡A tus pies, señora!
Emperatriz de lo que soy y fui,
Convertido en su vasallo
Encadenado, fustigado, torturado
Por tus caricias y besos
A los que no renuncio,
Declaro que la amo.
Soledad
Es la multitud que te ignora,
La conciencia arrebatada
De culpas y caricias
Que recuerdas y no posees.
Suspiro al alba
Te deseo en la intimidad de mi conciencia.
Te siento en las aguas que nos moja.
Te respiro en el recuerdo
De tu sonrisa de gladiolas,
Tu presencia sublime
Pero tenaz para mis ojos,
Que envenenas a cada segundo
De mi doblegar de hombre
¡Mi doblegar de hombre!,
El que azotas como verdugo al condenado,
Como colibrí por su néctar,
Como mi piel desnuda
Imitando fielmente a la tuya,
Determinada de imposible.
Vivo armando la coraza
En contra de tu mirada intimidante,
Armando vives llenándome
De placeres que jamás tendré
Y que sólo tú, motivo de mi destino incierto...
Me incitas.
Desquicio
Sí, puedo olvidarte
En medio del néctar de las abejas,
De la sangre de las uvas
Y Dionisio como excusa,
Pero jamás en otros templos, ni en otros cuerpos,
Nunca violarte, traicionándote
Haciéndote ajena a mí.
Desnudarte, Poseerte y mantenernos
En el utópico desquicio
De vidas pasadas...
Acariciarte... llenarte
Es aliciente enfermizo que me mantiene
Asechante a tus caricias esquivas y perfume de miel.
Callo para...
Callo para estar cerca de ti,
Callo para que tus labios
Posados en los míos me hagan hablar.
Mis ojos cerrados te piensan.
Arrópame con tu palabras
Porque no te oigo en la distancia,
Callo porque estoy en tu sombra
Y me marcho con sutileza.
Me hablas: no te veo, no te oigo...
Hagamos un mutuo silencio
Y con los labios mudos nos miraremos
En la oscuridad íntima de las almas.
Callo para estar cerca de ti
Acompañando tus palabras,
Tu sonrisa y tu alegría.
Callo para tenerte,
Callo para no decir tu nombre
Y me atormentas cuando no estás
Callo, porque al tú no estar presente
Me mutila la soledad.
Toma todas tus huellas
Toma todas tus huellas escritas de alma.
Recógelas una a una de la inmensidad de los años
Que no te veo y los que no te poseo,
Marchita tu joven esencia que aún
En las noches de sombrío silencio aparece.
Las lunas de manto luto no cubren
La blancura de tu piel de olor de vainilla y flores,
Que se prendió de mis alas, ahora heridas.
Pareciera que te fuiste volviendo
O me fui recordando tantos besos.
Toma tus huellas arrancándolas de mis labios,
Que los soldados de la ira se han cansado
De hacerle frente a los pétalos incinerados.
Cama de rosas, constancia cansada.
Vamos al día que ya no recuerdas,
Cambia las velas de tu barco,
Márchate, zarpa hacia el olvido
Y déjame desnudo y tendido en la arena
Viendo al sol teñirse de mí agonía.
Delirium
Los ángeles vuelan sobre mi sueño.
Dante en su fuego pide mi cuerpo.
Me arropa la oscuridad
Palpable de frío humo.
Digo no al heraldo del diablo
Y las margaritas se marchitan
Con el verano de las estrellas.
Miles de lagrimas
Corren a mi ombligo
Y con ellas descubro
Las angustias de tu frente,
De tus pechos marcados
De tiempo, de hombre, de niño.
Los hijos muertos,
(los que no nacieron)
Reclaman claveles blancos,
Rocío de oraciones sobre sus rocas,
Mientras el agua seca
En el río sin cause
Se desborda,
Las puntas de mis dedos
Rozan las llamas
Y una mujer sin plantas
Reclama nacer.
Hiela mis pies que ya no lo son,
Tules transparentes cubren las caras;
Una bala mata la flor,
Un beso cubre las tumbas.
La resurrección no existe
Porque los muertos en un fango
Los devora la lujuria,
Su aliento es de sangre
Y mis huesos caminan bajo los barcos,
Esos que te llevan a la gris ciudad
Que dibujas emanada de tus mentiras,
donde deseas conseguirme al final
de tus noches tristes.
Réquiem
Tócame con la caricias de tus besos,
Hunde en mi piel la fría sonrisa
Que se llevará la muerte
En el momento que mires mi espalda.
Corre con los ojos llenos de rocío
Porque ya no quiero verte.
Reconquístame con tus manos
Limpia de preñez inocente
Y vuélcame en la dolorosa
Agua de tu vientre, hoy yerta.
Conjúrame junto al altar
De las mentiras que amo
Y sacrifica tus ansias junto a las mías
En el pegajoso camino al amor.
Llénate de maldiciones benditas por Pandora
En la noche de mi suicidio,
Porque así conseguiré tenerte en la nada.
Lleva mi cuerpo inerte a la hoguera,
Viértelo en las llamas,
Hazme creer en el fénix
En el que me he convertido
Y eternízame en mi casa.
Conviértete en el ángel apocalíptico
Para amarte aún más,
Porque tu sangre no te pertenece
Y tu cuerpo está gastado
Por el intenso trajinar de los pájaros.
Condéname a vivir en el hastío de la amargura,
Cólmate de impaciencia
Huyendo y abandonando
El calor de tu alma
Y tu propio karma.
Los peces mueren mientras el sol se apaga,
Esa estancia de varoniles cuerpos
No soportan la nada del sexo...
Te arrastras en la humedad
De ti misma y la perpetuas en el infinito.
Así, en mi mortaja, me vence la agonía.
Metamorfosis
Camino despacio a la inexorable puerta,
Donde narciso se corona con mirto y azucenas.
Sigiloso y resignado, me entrego a las hojillas que abren
Manantiales de hondo placer,
Para dar paso a la virginal senda
Que solo usted, señor y señora de mi destino, conoce.
Tu vientre de yesca y muerta natura penetra en el mío,
Espejo,
Símil de honra desecha;
La condena nos atrapa,
Arrojándonos al lecho de los relegados.
Antihéroes de nuestro género.
Mis pervertidos deseos los tienes en tu pelvis,
En tus labios, en tus muslos..
Siendo tus lacios y largos cabellos,
De hondas canteras,
Testigos de los millones de látigos cálidos
Que me acaricia y nos brindamos
En el clímax de idénticas libertades reprimidas,
Acalladas ante los veladores de pecados.
Ya, cumplido el misterio de mi mismo,
Comienzo de nuevo....
(...)
Te marchaste
Te marchaste al sur macizo
Con mi música en tus oídos,
Confiando en tus días ansiados
Llenos de trazos surrealistas
Y con los ojos llenos de azul horizonte,
Que solo con tus velas y canciones podrás atrapar,
Confiaste que tu alma emigraría contigo y
Zarpaste a buscar la paz que perdimos.
El atardecer que nos cubrió,
Está tan fresco como un beso de tus labios...
deseando como tu quieres
La inmensidad que recorren los jilgueros,
Esos, que nacieron en las ventanas de la iglesia,
Te lanzaste al viento y tu esencia se fue con él.
La espesura de tus pasos
Se aclaran con los acordes
De las flautas errantes,
Que te buscan sin hallarte,
Que estremecen mi quietud
O cuando la brisa de invierno
Seca los cristales surcados
Que brotan evocando tu aroma,
Tu esencia y tus años...
Carta para una despedida
No nos podemos abandonar queriéndonos todavía, este
amor día tras día ha sabido mantenernos muy felices. No te
diré nunca que no te amé, porque si lo hice. Fuiste la perfección
hecha mujer, mujer para mí, la piedra angular.
Juntos soñamos y vivimos el máximo placer de la
compañía, de la entrega, de la dependencia mutua que llegamos
a entender y satisfacernos sin egoísmos, pero somos los seres
mas inconformes, utópicos y sin juicio, que tuvimos tanta pasión,
que el tiempo se hizo poco, los sueños muchos, hasta que llegó
el momento en el que cumplimos nuestro deseo: “Amar sin
importar cuanto o tanto” y en medio de ese delta de volcanes
y tibias humedades, nos nutrimos, nos juramos la vida y se
acariciaron nuestros labios, hasta que brillaron nuestras almas
en aquel amanecer de octubre.
Hoy con miedo, te digo que nos hemos perdido en un
huracán de pasión, de deseo, de minutos de silencio, de placer,
nos hemos permitido separarnos, porque nunca estuviste
completamente junto a mí, lo sé, se ha extinguido mi estampa
de tu piel, mientras yo sigo fiel a tu aroma. Entendí que tú eras
la compañera de mis días y no fue así. También entendí, que fui
el ingenuo solitario en ese avatar que llamé amor, donde jugué
y soñé solo, creyéndote presente; entendí que fui yo quien se
lanzó al baile de máscaras sin antifáz y me perdí entre tantas
mentiras. Te conocí como en realidad eres.
Me despido con pocas palabras, porque creo en los
hechos, aquellos que tendí ante ti como arco iris a tus pies.
Solo pienso en lo que fuimos antes y después de tenernos el
uno al otro, el hombre distinto que soy. Vete sutilmente, como
el atardecer en la costa marina, que igual lo haré yo, para
perderme en la inmensidad de la vida sosteniendo que no te
puedo abandonar todavía...
Momentos de un Hombre Efimero
Vicente PeredaINDICE
Prólogo
Dedicatoria
Purgatorio
Madre
Padre
Petición
Mirada
Quiero curar las distancias
¡Ella es!
Niña, mujer y dama
Intensa
Tus manos
Acompañame
Vencido
Soledad
Suspiro al alba
Desquicio
Callo para
Toma todas tus huellas
Delirium
Réquiem
Metamorfosis
Te marchaste
Carta para una despedida
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